Resulta que ahora, las «grandes cosas» que mueven las economías más fuertes del mundo dependen y van a seguir dependiendo de “cosas pequeñísimas».
La eficiencia y sostenibilidad de sectores industriales, energéticos, militares, salud, alimentación, entretenimiento, educación, servicios, ambiente, finanzas, comunicación y miles de etcéteras más, necesitarán de la existencia y la disponibilidad de microprocesadores. Sin ellos, el mundo pudiera, literalmente, detenerse.
Créanlo o no, el movimiento de esos barcos gigantes y sus centenares de contenedores ocurre y depende de chips más pequeños que un grano de arroz partido por la mitad.
Luego de este análisis, ahora entiendo que la vieja película “El día que paralizaron la Tierra” (The Day the Earth Stood Still) no era de ciencia ficción.
Alejandro Prado Jatar