A un año de la Invasión: El tigre tiene miedo

A un año de la injustificable, sangrienta y alevosa invasión a la República de UCRANIA por el ejército “putiano” (por Putín) ruso, la comunidad internacional se comporta como si se tratara de un concurso o un video juego donde soldados de fantasía van cayendo uno tras otro, y se apuesta a quien produzca mayores bajas cual una feria. Lo contradictorio de la escenografía resulta de que quienes se dan golpe de pecho y vociferan hasta el cansancio la defensa de la “autodeterminación de los pueblos”, se retratan como fans indoblegables del invasor, con insustanciadas y envalentonadas muestras de estulticia.

Por su parte la alta diplomacia desde la Secretaría General de la Naciones Unidas, cumple su eterno rol de celestina de la ignominia; la declaración de Antonio Guterres que disuelve la comisión encargada y cierra la investigación sobre la masacre de más de medio centenar de prisioneros de guerra por parte de los rusos en la provincia de Olenivka, deja un amargo sabor de impotencia ante los desafueros y evidente complicidad bajo el lema “para llegar a acuerdos los muertos ya no importan”. Es un combate injustificado, en una guerra que no debió iniciar y que debe conllevar a la condena de sus perpetradores, no esperar a que lo haga la historia (consuelo de los eunucos); debe ser un rol inmediato de la justicia internacional.

Ahora, el mayor ruido en medio del fragor de la carnicería dirigida por un “chacal contemporáneo” y ejecutada por mercenarios contratados ante la negativa de vastos sectores de la juventud rusa a ser carne de cañón, lo hacen los llamados “medios independientes”; todas sus plataformas están orientadas a visualizar y hacer viral cada movimiento propagandístico de la potencia roja. Cual gallinero alborotado la prensa amarillista “cacarea” para convertir en eco hasta los bostezos del dictador guerrerista. Los tiranos encuentran siempre a sus mejores publicistas en quienes les adversan (o fingen adversar); viralizar cada amenaza, pronunciamiento y hasta “bestialidades” (que no siempre son inocentes o por descuido), abre espacio en escenarios que no le son afines a su tiranía, con ello las discusiones del contrario se centran en la figura (dizque aborrecida), que incluso al ser objeto de un humor negro, logra sacar sonrisa a sus peores detractores.

El último bizcocho lanzado por el nuevo zar comunista, fue la suspensión del tratado New START firmado en 2.010 con EEUU y extendido por cinco años en 2.021; que tiene por objeto regularizar la producción de armas nucleares y mantener el límite de cabezas nucleares de largo alcance a 1.550 unidades. Luego de que la noticia ocupó el primer lugar en los portales noticiosos, inmediatamente el embajador ruso ante las organizaciones internacionales en Viena Mijaíl Uliánov, escribió en su cuenta personal en twitter, “este anuncio no equivale a retirarse del todo, la vuelta al tratado sigue siendo posible en determinadas circunstancias”.

Sin lugar a dudas, el discurso de Putín fue para consumo interno, hilvanando su extensa perorata, ante 1.200 seguidores y transmitido en cadena nacional de medios radioeléctricos, resaltan tres elementos, ufanarse de la supremacía nacional, restar importancia a las sanciones internacionales y culpar a occidente de los males de la humanidad; llegando a atribuirles el inicio de la primera y segunda guerra mundial, discurso que puede ser golosina para los fanáticos y reforzamiento doctrinario para la estulticia.

De la supremacía del ejército ruso (leyenda de otros tiempos), quedó en evidencia con el fracaso de Afganistán y la derrota militar y moral que les viene produciendo UCRANIA. El campo de batalla está lleno de tanques obsoletos destruidos con mínimo esfuerzo de armamento liviano; deficiencia logística incluso para apoyar con pertrechos a los mercenarios chechenos contratados para destruir al país vecino; desmoralización de la tropa ante la falta de suministros que con el cambio estación se visualiza en ciernes una pronta hambruna que mermará a los combatientes. La fortaleza entonces, se puede aplicar en las destrucción de la infraestructura civil y económica de UCRANIA y el asesinato a mansalva de civiles y prisioneros de guerra ¡Que impresionante muestra de valentía y superioridad!

De los efectos de las sanciones no es relevante un análisis, solo queda reflexionar si no afectaran no habría razón para tanto lamento y congoja. El tercer elemento, culpar a occidente del impasse diplomático que condujo a la primera guerra mundial, o de ser “constructor” del movimiento nazi, e incluso ser responsable de que Rusia invadiera a UCRANIA, se puede comparar a una referencia de un embajador centro americano ante la OEA, quien a manera de anécdota hilarante contaba que en sus tiempos de estudiantes un contemporáneo suyo, comparaba los pensamientos ideológicos latinos con respecto a la conducta ante un hecho simple como la infidelidad de la pareja; ante lo cual la reacción sería “el socialdemócrata posiblemente le daría una paliza; el democratacristiano posiblemente la perdonaría bajo la promesa de no repetirse; mientras que el socialista construiría una pancarta e iría a lanzarle piedras a la embajada de los Estados Unidos”.

Finalmente, la construcción de nuevas armas de destrucción masiva o no, no es garantía de seguridad planetaria, con las cabezas nucleares existentes son suficientes para destruir toda forma de vida en el planeta. Por otra parte, las bravuconadas del zar ruso para buscar aplausos de sus acólitos son el reflejo de la crónica de un fracaso anunciado. Es distinto especular y negociar el fin de una tragedia como la agresión rusa al pueblo UCRANIANO, cuando la guerra se circunscribe al territorio de UCRANIA. ¿Se atrevería el Kremlin a extrapolar la guerra fuera del país invadido? No es igual confrontar a una población que solo se defiende, a una fuerza multinacional que no es manca y que tiene igual o superior capacidad bélica que el provocador de oficio, tomando en cuenta que las armas apuntarían entonces al Kremlin y las sosegadas urbes del sonambulismo soviético. A un año de la invasión, solo se demuestra que el tigre al mostrar sus garras ensangrentadas, oculta que sufre de miopía, tiene los colmillos cariados y es vulnerable: tiene miedo.

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El Universal

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