El Partido Colorado pone a prueba su hegemonía

Con una mezcla de hartazgo e incertidumbre por el resultado, hoy 30 de abril en Paraguay se realiza una elección presidencial. Una contienda entre el conservador Partido Colorado y una coalición de fuerzas políticas y sociales heterogéneas que se unieron para sacarlo del poder por segunda vez.

A partir de las siete de la mañana, 15.380 máquinas electrónicas se habilitaron en escuelas de todo el país para recibir el voto de 4,7 millones de electores. Por primera vez se utilizaba ese mecanismo a nivel nacional para elegir en una sola vuelta electoral al sucesor del presidente Mario Abdo Benítez por el período 2023-2028.

El contrincante más cercano

Como principal desafío a la hegemonía del Partido Colorado aparece la Concertación para un Nuevo Paraguay con el postulante Efraín Alegre, de 60 años. Líder del tradicional Partido Liberal Radical Auténtico (PLRA) y acérrimo opositor a Cartes.

Unas elecciones marcadas por denuncias de corrupción y la conveniencia de mantener o no la alianza con Taiwán.

El conservador Partido Colorado ha gobernado desde 1947, incluso como sostén político del dictador Alfredo Stroessner (1954-1989). Con excepción de un breve período de tinte progresista liderado por el exobispo Fernando Lugo en 2008 que terminó anticipadamente en 2012 con un juicio político.

Su candidato es Santiago Peña, un economista de 44 años que fue apadrinado por el expresidente y magnate Horacio Cartes (2013-2018). El hombre fuerte de la política paraguaya que recientemente fue declarado “persona significativamente corrupta” por Estados Unidos.

Como principal desafío a la hegemonía del Partido Colorado aparece la Concertación para un Nuevo Paraguay con el postulante Efraín Alegre, de 60 años. Líder del tradicional Partido Liberal Radical Auténtico (PLRA) y acérrimo opositor a Cartes.

«Que el gran ganador sea la nación paraguaya. Es muy importante la participación de todos, hoy es el día que tenemos que ser protagonistas de la construcción del futuro de la nación”, expresó Benítez.

Una coalición variopinta de fuerzas políticas y sociales opositoras buscaba destronar al partido que más tiempo llevaba en el poder en Sudamérica. Unas elecciones marcadas por denuncias de corrupción y la conveniencia de mantener o no la alianza con Taiwán.

Medios locales reportaron incidentes menores en algunas escuelas de Asunción entre partidarios de ambas fuerzas por la colocación de las urnas. Las escaramuzas no pasaron a mayores por la intervención de la policía.

Esta situación contrastó con una campaña en general apática y descolorida, en la que no hubo grandes movilizaciones ni actos multitudinarios. También fue marcado el desinterés de la mayoría de los ciudadanos por el proceso electoral, que se palpaba especialmente entre los jóvenes.

Las urnas cerrarían a las 16:00 hora local y se esperaba que dos horas después se dieran a conocer los resultados.

Un factor que suma incertidumbre al resultado es la baja participación ciudadana en las elecciones, en promedio vota entre un 60% y un 63% del padrón. Los analistas coinciden que el ausentismo, especialmente marcado entre los jóvenes de 18 a 30 años, juega a favor del oficialismo.

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